De Pablo
De Héctor
Esto esta dedicado a aquellos que me forjaron mi vocación de medico, de oftalmólogo y de padre:
A mi padre Dr. Alberto M. Larrea Médico Ginecólogo y Obstetra Ex-Jefe de Servicio del Ginecología y Obstetricia Ex-Jefe de Materno-infancia Ex-Secretario de Salud Pública de San Juan El me aconsejo "Cuando tengas que enfrentar una decisión difícil para con un paciente, piensa que estas tratando a tu abuela, a tu madre, esposa o hija, nunca te vas a equivocar."
A mi tío Dr. Enrique Larrea Médico Oftalmólogo Ex-Jefe de Servicio de Oftalmología Ex-Director del Hospital G. Rawson de San Juan Me enseño oftalmología, y a pensar con sentido común: "Siempre atiende a todo paciente como al más importante, con una rutina de orden de trabajo, que nunca le falte al examen ningún paso... uno nunca sabe cual es el paciente más difícil"
Al Dr. Ricardo Dodds Médico Oftalmólogo Director de Consultores Oftalmológicos Ex-Presidente del Consejo Argentino de Oftalmología Me enseño oftalmología al más alto nivel, con amor y sencillez, me enseño a que todo paciente hay que tratarlo en la forma más humanamente posible, el paciente trae un enfermedad, una dolencia y espera que uno lo cure... no siempre podemos, pero si podemos hacerlo sentir persona, querida y reconfortada.
A mi esposa e hijos Carlota, Belén, Maxi y Carolina Porque me han permitido ser padre de la más hermosa familia que haya soñado, gracias por todas las horas que les he quitado por mi profesión, pero ellos saben que tienen mis horas de sueños cuando me necesitan , con todo el amor y cariño. Papá
A mis Padres: Antonio (80 años) y María (71 años) quienes con su ejemplo me formaron en la cultura del trabajo honesto y el esfuerzo continuo. Fue María quien al ver el trabajo realizado lo equiparó con la escritura de un libro.
A mis Hermanas: Mary, Estela y Graciela, docentes por vocación, madres, compañeras y amigas por convicción, a ellas les dedico este “libro” por que nunca bajan los brazos y siempre los tienen dispuestos para el abrazo fraterno.
A mi Esposa: Verónica, por ser la mujer que siempre quise tener, con quien puedo enfrentar codo a codo las adversidades de cada día y gozar los éxitos y alegrías cotidianos. Sin su apoyo, comprensión y litros de café esto no sería una realidad.
A mis Hijos: Belén y Nahuel, son la luz de mis ojos, y quienes más han sufrido las ausencias en estos largos días de desarrollo del sistema y el sitio. A Lucas Ezequiel, quien como agua cristalina se escurrió de nuestras manos.
A mis familiares, amigos y a los millones de argentinos trabajadores y honestos que sufren de pie una crisis que no se merecen.